viernes, 9 de diciembre de 2011

Una triste carta del amor verdadero...

Lo que siempre pasa conmigo es que suelo ser un regalo sorpresa muy grande y llamativo, por lo general llego inesperadamente y a veces aún cuando la gente ya se había resignado a no tenerme. Por lo tanto siempre soy aquel obsequio que recibes con toda la emoción, adrenalina y euforia que pueda existir en el mundo.

El problema, es que tengo tantas pero tantas envolturas que cuando me empiezan a quitar la primera, como niños en una fiesta de cumpleaños, no se fijan en el color de la envoltura, mucho menos cuanta cinta usaron para envolverme o donde la fueron colocando cuidadosa y sutilmente. Muy a menudo, tampoco se fijan en el segundo, tercero, cuarto y quinto pliego, pero cuando llegamos al sexto, séptimo y octavo, se van dando cuenta de que color eran. Es de esperarse que para los siguientes tres se van dando cuenta de cuanta cinta usaron en cada uno y obviamente en los siguientes cinco saben perfectamente cuales son todos los parches y remiendos que hicieron en cada hoja de papel que utilizaron para envolverme.

Por todo ello, siempre les pasa lo mismo que le pasa a un niño cuando le das un regalo como yo, generalmente, no lo terminan de abrir y si lo hacen ni siquiera se dan cuenta cuando verdaderamente llegan al regalo u otras veces aún ya teniendo el regalo en las manos no se dan cuanta de que ya lo tienen.

Es evidente que terminemos con un par de problemas. El primero que se me viene a la mente, es que paso de ser aquella cosa que es lo único que les importa en el mundo y desean como a nada mas, a algo de muchos colores, generalmente no todos combinan y en varias ocasiones son tan contrastantes que llegan a parecer molestos para la vista, además estoy lleno de cinta y parches por todas partes. Por lo que es muy sencillo intuir que me vuelvo una decepción, a veces demasiado grande.

El otro problema que soy capaz de distinguir, es que yo paso todo ese tiempo adentro de la caja. Primero escuchando la emoción con que me reciben y me comienzan a desenvolver, después, como se van desilusionado poco a poco. Pero siempre pienso que cuando me descubran al final todo se solucionará y esa emoción volverá, pero eso es muy raro que pase. Como he explicado, al final por lo regular me quedo gritándole al viendo sorpresa, mientras los ojos ven a otra parte y los pies se alejan cada vez un poco más, pues después de verme lo único que se les viene a la cabeza es tanto tiempo y esfuerzo para esto o aún mejor simplemente paso desapercibido.