viernes, 23 de septiembre de 2011

Sueños pegados con chicles, tachuelas y saliva

Cuando veo los conociemientos de los maestros de nuestro país, cuando leo sobre la guerra sin fin, el narcotrafico, la trata de niños, cuando veo a las grandes compañías mundiales peleandose por patentes, mientras 50 000 personas mueren al día por causas relacionadas con la pobreza  y cada año mueren 11 millones de niños antes de los cinco años. Creo que estamos perdidos y no hay forma de salir de esto.

Pero días como hoy, me hacen volver a soñar, a ver que aunque no podemos solucionar el mundo y que no importa que hagamos las cosas nunca estarán bien. Aún hay esperanzas, cuando veo a mis alumnos con ganas de ayudar a los demás, cuando ves como se arrepienten por no haber valorado lo que tienen, cuando veo como se disculpan por no haber pensado en el otro, al momento de jugar, hablar o actuar, es como ver una pequeña pero potente lampara dentro de una enorme y obscura caverna.

Oir decir a una niña de diez años que es capaz de regalar sus ahorros para darle de comer a un anciano que vive en la calle, es como sentir los impulsos de un desfibrilador. Cuando una niña de menos de la mitad de tu edad te pregunta si ella puede ayudar a los demás porque tiene tantos juguetes que quiere compartir, ropa que regalar, porque ella también quiere darle de comer a los niños pobres, es imposible que no sientas como tus glandulas lagrimales vuelven a funcionar.

Recuerda, aún hay esperanzas, esperanza para aquel niño pobre al que le das una despensa al mes para que pueda ir a la escuela en lugar de a un semaforo a vender chicles, para el señor que corta tu pasto al que le pagas justamente por su trabajao para que no tenga que terminar robando, para aquella niña a la que le das la harina para que venda pasteles para que pueda estudiar la preparatoria, para aquel niño que no morirá de pulmonía este invierno gracias al par de cobijas que le regalaste.

No justifiquemos nuestra apatía diciendo que mucha gente es floja y abusa de la buena voluntad, más del veinte porciento de la población mundial se vive en pobreza extrema, siempre hay quien de verdad necesita que le echen la mano.

Valora lo que tienes, aprovechalo, exprimelo y compartelo, un pequeño detalle o sacrificio tuyo puede llegarle a cambiar la vida a otro.

No podemos hacer un mundo mágico y perfecto, pero podemos hacer que este mundo tan imperfecto e injusto sea un poco más llevadero.